Cartografía Animal

Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada

República de El Salvador 49, Centro Histórico.
México D.F. (Sitio Web)

Hasta Enero de 2012

 

 

CARTOGRAFÍA INTRODUCCIÓN:

por Rodrigo González Martín
Filósofo. Profesor de Creatividad. Universidad de Valladolid (Campus de Segovia). España


La pintura de Luís Moro siempre ha asumido el reto de contarnos historias, relatos filtrados entre dibujos sutiles y colores transparentes. Crea a lomos de las grandes narraciones míticas y su obra es una constante metamorfosis de razones y pasiones. Con admirable coherencia e inevitable desbordamiento va creando su micro-macro-cosmos, su hipocampo, su bestiario, repleto de metáforas y microorganismos, de pegasos y hormigas, de tormentas y magias, de arenas y de aguadas. Pura zooilogía (1998). La obra de L. Moro es un  complejo y riquísimo diálogo entre santos y laicos, ángeles y demonios, peces y sueños, máquinas y almas. Luces y sombras. Sacrificios y totems. Tauromaquia y laberintos. Es una pintura neobarroca e hipermoderna. Mitreo y los elementos primigenios simbolizados, a la par. “Papaloapan” (“Río de mariposas”) y “Xoloitzcuintle”, reencarnados.


Las pinturas de Moro proponen narraciones en las que se fusionan e integran grafos e iconos, enigmas y zoótropos, cronopios y uroboros, que proceden de culturas diferentes, superando fronteras y prejuicios, desvelando un significado que en buena medida es universal. Moro propone un arte transcultural, con una pretensión pedagógica y crítica, creativa y comprometida, indagando en imágenes microscópicas, oníricas y liberadoras, de “Paraísos elementales”.
Luís Moro nos presenta un álbum de imágenes despertadas de las páginas de viejos ejemplares de la National Geographic Society. Se nos antoja inevitable este encuentro, siempre anticipado. Un diálogo creativo en torno al pulso de la tierra. Modos de ver, de volar, de viajar, de conocer, coincidentes objetivos en la NGS y en Moro. Sin arrogancia, se fusionan fotografía y pintura, arte y ciencia. Romper tabúes, superar prejuicios, también en Moro se recupera el viejo proyecto ilustrado de las sociedades naturalistas. Animales insólitos y medio ambiente sublimado, conciencia crítica y respeto sostenible. Viajes iniciáticos. Lo universal y lo local se dan la mano, contagiado por los viejos exploradores con expediciones a lugares insólitos, Moro recrea en sus dibujos nuevas aventuras en descubrimientos imaginarios. Metalógica en el arte, extensiva en la revista de la National Geographic, intensiva en la pintura inquietante e fantástica de Moro. Se ensaya una aprehensión de lo que nos rodea, comprensión sin juicio, puro goce. Como los pioneros, no se trata de colonizar territorialmente, sino conocer; desvelar e intimar, más que poseer.


De los grandes reportajes - A. Greely al Ártico o J. Powell por el río Colorado)- y los relatos literarios y visuales - O. Williams fotografía la tumba de Tutankamon o las imágenes H. Bingham en el Machu Pichu -, a la nueva cartografía de Moro hay un hilo de continuidad creativa sutil, nada extravagante.


Basta recordar la inmensa y valiosa herencia cartográfica de la NGS, la más exacta y rigurosa regalada al presidente Franklin D. Roosevelt para su empleo en la II Guerra Mundial, por ejemplo. Moro aún se empeña en completar este ingente tesoro documental con una imaginación desbordante en sus pinturas. Si la NGS se propuso aunar naturaleza y cultura, lo salvaje y lo urbano, lo animal y lo humano, Moro, sin petulancia alguna, pero sin renunciar al mismo tesón y rigor creativo, amplia lo sorprendente y lo inédito, lo extraordinario y lo bello, despertando las imágenes nunca vistas antes y que dormían en las viejas páginas de la revista.


La obra de Moro aporta una cartografía de representaciones visionarias, mapas de ficciones y territorios virtuales. Cartografía de sueños, de ilusiones y pasiones en un mundo globalizado. “Existen otros mundos, pero todos están en éste” (G. Bruno), basta con saber verlos. “Lo nuevo es aquello que vemos de forma otra”, de lo exótico a lo cotidiano, camino invertido de lo lejano a lo interior, con la misma curiosidad y búsqueda, fascinación, admiración. Las pinturas de L. Moro, sus paraísos elementales, son cartografías de sus paraísos creativos. Imágenes sobre relojes, animales sobre territorios imprevistos y contradictorios, nueva zoogeomorfología, nuevos paisajes reinventados, nuevos mundos de metáforas…solo alcance de la pintura.


Las pinturas de L. Moro nos sugieren un nuevo mundo aún por indagar, por explorar.
Nos aventura en una fantasía real. Naturaleza imaginaria, como si la evolución ensayara nuevos procesos imprevistos, mutaciones fingidas. Iconografías desconcertantes: Mapa de la polución sobre la silueta de un animal ausente, la máquina perfecta y la salamandra primaria, libélulas y diseños de nuevos materiales, desechos varios que engendran  nuevas formas de vida. Zoología imaginaria con la complicidad de J. Cortazar y de la ciencia. Grafos que escupen volcanes y caballitos de mar navegando por la tapicería de un coche, hormigas que anticipan su dominio del mundo desde las profundidades y seres primigenios que conquistan de nuevo los desiertos. Bioformas que se recortan en las viejas chapas…


Páginas sueltas, apuntes incipientes, del cuaderno de bitácora en el que Luis Moro ha trazado “la cartografía del mare magnun y de la terra ignota, dando fe de sus descubrimientos como aviso y guía de navegantes intrépidos, a la caza del misterio”
(Moncho Alpuente). La serie de pinturas que Moro nos regala nos reta ante una nueva frontera a superar, a sublimar…entre realidad y sueño, con la misma fascinación de los pioneros, en un mundo de límites borrosos, de reinos naturales fusionados, de paisajes contaminados…

Cartografía visionaria. Imágenes fantasiosas.

Cartografía Animal

CATÁLOGO de la Exposición