Cirujano visionario, sus lápices y pinceles son escalpelos capaces de una precisa disección anatómica y también instrumentos que tratan de captar el hálito intangible de la vida, desentrñar sus claves, ponerle seña y cifra a lo indescifrable con un lenguaje de signos que conforman un peculiar alfabeto, un código personal que nos transfiere una parcela mínima de un territorio poco transitado, iluminado por las frágiles bombillas con las que Moro jalona algunos de sus apuntes.

 

Pintura instalación "Luis Moro. Roma, Galeria de Florio".