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En los dibujos de su cuaderno secreto Luis Moro bucea
en las profundidades del alma invisible e ingrávida que asoma
en las pupilas indefensas de los animales, un aura imperceptible a primera
vista, un hálito vital que trasciende sus formas materiales y
que el pintor atrapa subrepticiamente como un ladrón al acecho.
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